
Al cabo del día usamos cientos de palabras que no por cotidianas dejan de tener su historia. Y no tenemos que irnos a vocablos como hecatombe o mausoleo que, por otra parte, también tienen la suya.
Ahora que algunos nos encontramos de vacaciones de verano, (los maestros somos unos
privilegiados en este sentido) a muchos nos gusta ir a la playa. Y si hay un sitio bonito en una playa, al menos para mí, ese es el
faro. Quién de nosotros no se ha parado alguna vez frente a un faro y se ha quedado hipnotizado ante el movimiento cadencioso de esa luz que orienta a rudos marineros en su peligrosa travesía marítima. Esa luz que hace de testigo mudo de tantos y tantos amores prohibidos encubiertos sutilmente bajo un manto infinito de estrellas...
El caso es que leyendo un pedazo de libro que me recomendó mi apreciado amigo y compañero Luis Ángel, al que desde aquí le mando un afectuoso abrazo, llamado "Palabras que tienen historia", de Carlos
Fisas, he descubierto el origen de muchas palabras. Y una de ellas es la palabra Faro.
Como es bien sabido
por todos, un faro es una torre alta que se encuentra ubicada en las costas con luz en la parte superior para que sirva de guía. Pero, ¿cuáles fueron sus orígenes?
Cuando Alejandro
Magno fundó en
Egipto la ciudad que llevaría su nombre, Alejandría, frente a ella se encontraba una isla rocosa llamada Faros. Era cercana a la bahía y Alejandro ideó unirla a la ciudad por un muelle que alcanzaba casi dos kilómetros de longitud.
Pero no era Faros la única isla rocosa vecina a la costa, pues había otras que
dificultaban la navegación de los barcos que querían llegar a la ciudad; para ello se construyó en Faros una alta torre en cuya cima se quemaban de noche haces de leña indicando a los marineros el lugar exacto de su situación.
El método de hacer hogueras en la costa para indicar la presencia de posibles escollos que pudieran dificultar la navegación no era nuevo. La novedad consistía en el hecho de haber edificado una alta torre para este menester. Desde entonces a este artilugio que ha servido para guiar a tantas personas a lo largo de la historia se le llama faro.
Os deseo de todo corazón que encontréis el faro que os alumbre y os guíe en este viaje tan bonito y duro a veces que es la vida. En mi caso, ese faro tiene nombre de mujer... Que cada uno encuentre el suyo porque
la vida tiene estas cosas.